Hoy en día, más que los problemas de higiene, son las dificultades organolépticas las que afectan más a los niños. “Está malo”, “no me gusta”, “no sabe a nada”… ¡Todos los padres se conocen el cuento!
La mejor manera de solucionar la calidad gustativa, ¡es saboreando la comida! Si la comida no tiene sabor de verdad, hay que informar a la delegación de padres, representantes de asociaciones etc. Y hay que organizar una reunión con la empresa que se encarga de preparar los menús (si es con el cocinero directamente, mejor) para así poder identificar el problema y solucionarlo. ¡El sabor es muy importante! Porque un niño al que no le guste la comida del comedor, no come.
De todas maneras, lee los menús cada semana para reequilibrar así el aporte alimentario de tu hijo en la cena y durante el fin de semana. Si el niño ha comido pasta al mediodía, la verdura sería lo más ideal para la cena…
Publicado por Maren Agirregomezkorta
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