Jueves 12 de mayo de 2011
Nora Bär
LA NACION
No hay una sola forma de la inteligencia. Todos los seres humanos tenemos una serie de capacidades cognitivas relativamente autónomas que constituyen, cada una, una inteligencia distinta. Sí: podemos ser un fracaso académico, pero brillantes en los negocios; artistas destacados, pero negados para el baile o los deportes. Y lo que es más importante, un tipo de inteligencia no es mejor que otros. Tampoco son talentos innatos ni inamovibles, sino que pueden cultivarse.Howard Gardner, creador de estas ideas que hoy parecen verdades de Perogrullo, pero que hace 30 años sacudieron el campo de los estudios de la mente y de la educación, fue distinguido con el Premio Príncipe de Asturias en Ciencias Sociales "en reconocimiento a su compromiso social y ético con la mejora del sistema educativo, su apuesta por la excelencia y su relevante proyección internacional".
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